Dos jóvenes hermanos mellizos confinados. Todos sus familiares han muerto y están instalados en un miedo crónico a la enfermedad, al deterioro físico y a su inminente muerte. Padecen de una falta de esperanza total. En los mejores días reina la desidia. Él pasa las interminables y oscuras horas leyendo, ella cantando con el poco aire que le queda. Esta historia, que podría perfectamente pertenecer a la pandemia actual, la publicó Edgar Allan Poe en 1839. En algún momento u otro, de una forma u otra, todos hemos vivido durante este año en la casa de los Usher. Entre 1908 y 1917, Debussy compuso unos 20 minutos de música para una ópera que nunca terminó basada en la obra de Poe. La compositora belga Annelies Van Parys recibió el encargo de completar la partitura de Debussy mezclándola con su música original para ser estrenada en Berlín en 2018 con dirección escénica de Philippe Quesne. Esa producción consiguió entonces dar al público una sensación de claustrofobia, posible en tiempos prepandémicos, juntando a un reducido público en un pequeño espacio, la antigua sala de ensayos de la orquesta de la Staatsoper Berlin. La orquesta estaba situada dentro de la casa, junto con los cantantes. El decorado consistía únicamente en la escalera y un par de muebles más. Los muros, las puertas y ventanas eran los propios de esa antigua y recién restaurada sala del teatro. La razón de ser de la producción consistía precisamente en esa cercanía del público con los cantantes. Todos compartían ese mismo espacio: el salón de la casa de los Usher.

Para la primera reposición, en Estocolmo, se tuvo que construir una réplica de esa habitación de la ópera de Berlín. El público ya no estaba en una bancada contra uno de los muros, sino en butacas, en un teatro tradicional. Esta segunda reposición, en Amberes, estaba planeada de la misma forma: en un teatro pequeño, con la orquesta dentro del salón Usher y el público sentado en la lejanía. Inicialmente estaba programada para Mayo de 2020 y fue movida 3 veces hasta su representación de antes de ayer. Por la pandemia, la orquesta ya no podía estar dentro de la habitación porque no se mantendrían las distancias de seguridad, así que se mueve al foso. Se organiza también un livestream para el estreno, para que en caso de que las restricciones no permitieran tener público en vivo, como terminó pasando, la producción seguiría adelante y por lo menos el teatro y todos los empleados mantendrían la actividad. Y así llegamos al livestream de antes de ayer, que en mi opinión cierra el círculo con el concepto inicial de la producción de vivir la historia desde dentro, aunque esta vez el público no está ni siquiera en el teatro. Cada espectador asiste desde su casa de Usher particular.

El personaje que yo canté, el médico, tenía bastante poco que decir en la historia original de Poe (recomendadísima lectura). Es primero Debussy el que le da más protagonismo y el libreto de Gaea Schoeters le convierte en la personificación misma de ese miedo patológico del que padece Roderick. Él es la enfermedad de la casa Usher. Él genera ese malestar emocional que desestabiliza toda la estructura familiar hasta que ya no queda nada. Todo vale si al final consigue su objetivo, el poder absoluto. El médico tiene además el encargo de traer a la escena el debate más relevante de nuestro tiempo: el valor de la verdad y de la información. Con él, la caída de la casa de Usher se convierte en un símbolo de la caída de un orden social en el contexto del post-trumpismo, las "fake news" y las teorías de la conspiración que van en aumento desde hace años. Desde el punto de vista vocal, Debussy planteó que el reparto estuviera compuesto por tres barítonos y una soprano, una constelación parecida a la de su exitosa ópera Pelléas et Mélisande. Annelies van Parys mantuvo las tesituras para su composición siendo L’ami más bien barítono-bajo, Usher un barítono lírico y el doctor un barítono ligero. Mi reto vocal como tenor ha sido, además de recitar el complejo y rico francés escrito “a la Baudelaire” con naturalidad, el de hacer sonar mi registro más grave con cuerpo, pero sin forzarlo. Cada acto es, para mi personaje, más agudo en tesitura que el anterior y no fue fácil encontrar ese punto medio que me permitiera cantar con naturalidad todo el rol. Sospecho, por las grabaciones que he escuchado, que los otros dos cantantes que han cantando este papel, un barítono en Berlín y un tenor en Estocolmo, se encontraron con la misma dificultad. Comparando el primer acto, instalado en el registro hablado y llegando a momentos de clímax con bastante peso orquestal en un incómodo fa4, al “arioso” del tercer acto que requiere mantener la ligereza vocal sin salir del registro si3-sol4. Estas dos escenas parecen escritas para dos cantantes diferentes porque requieren técnicas casi opuestas. A pesar del poquísimo tiempo de ensayo típico de las reposiciones (menos de 3 semanas entre el primer ensayo y el estreno), me siento orgulloso del progreso que este papel me ha forzado a perseguir. Como cantante ha resultado ser una gran experiencia aunque no siempre pensé que lo fuera a ser. Cuando se me ofreció el papel era casi como lentejas, dentro de esa lista de jugosos papeles que incluía mi contrato en Amberes, este era el que menos me apetecía. Cuando lo vi por primera vez, el simple hecho de que estuviera escrito en clave de Fa ya me desmotivó bastante. Mis pensamientos entonces: “esto no me va a hacer crecer” “voy a destrozarme cantando tan grave”… Empecé a estudiarlo en enero de 2020 con dificultados por ese francés tan enrevesado y al mismo tiempo que preparaba Ferrando de Cosi fan tutte (uno de los papeles más ligeros para un tenor lírico) y lo que más deseaba entonces era que Usher pasara pronto. Poder dejarlo atrás y concentrarme en cantar agudos (money notes). Cuando se canceló por primera vez en Mayo de 2020 incluso me alegré. Me quité un “peso” de encima. Pero cuando se volvió a programar para enero de 2021 pensé que solo se había alargado la agonía. Desempolvé la partitura en diciembre, en pleno confinamiento duro en el oscuro invierno berlinés y me costó de verdad horrores sacar energía para estudiarla. Nunca he sentido niveles de resistencia a un material tan fuertes. Abría la partitura después de desayunar, la miraba, me miraba y al rato la cerraba sin haber sacado nada en claro. Llegó el 4 de enero y me subí al tren para venir por fin a Amberes a empezar al día siguiente los ensayos, pero entre Bielefeld y Hagen me llamaron del teatro diciendo que me volviera para Berlín: "tenemos que volver a cancelar por un cambio de restricciones en Bélgica". Esa misma noche llegué a Berlín totalmente desorientado después de 8 horas de viaje. Pasé todo el mes de enero confuso y sin saber muy bien qué hacer con mi tiempo. Uno de mis momentos más bajos en cuanto a nivel de motivación profesional. Perdí totalmente la esperanza de salir del bucle pandémico: planear, estudiar, cancelar. La situación del cambio de fechas me arrebató además el plan de cantar Tanzmeister y Brighella en la versión de concierto de Ariadne auf Naxos programada también para Febrero, dos papeles que tengo en mi lista de deseos desde hace años. Después de procesar todos los cambios de ultimísimo minuto, por fin llegué a Amberes el 1 de febrero, 9 días antes de empezar los ensayos, para pasar el confinamiento previo necesario. Desde entonces he formado parte de una “burbuja artística” en la que se me prohíbe por contrato tener contacto con el mundo exterior durante toda la producción. El sacrificio ha sido tan grande que a lo mejor lo que siento ahora por la pieza es más síndrome de Estocolmo que otra cosa. Pero la verdad es que desde hace unos días, concretamente desde el martes, que fue el primer ensayo con la orquesta, me empecé a sentir cada vez más y más en conexión con la música y el papel. Cada vez más dentro de este mundo de opresión creado por Poe. Cada vez más orgulloso del trabajo y más convencido de que todo tenía que pasar así. Si al final el resultado ha sido tan enriquecedor para mí, como cantante y como humano, ¿por qué he pasado un año entero resistiéndome a dejarme llevar por la situación? ¿Por qué no he aceptado antes mi realidad? Espero que me sirva de lección y que en el futuro me resista un poco menos y deje de intentar controlar lo que está fuera de mi control. De momento hoy solo tengo espacio para la gratitud por esta oportunidad de crecimiento que se me ha dado. En enero de 2020 no lo sabía, pero este proyecto siempre fue perfecto para mí.

Si todavía no la has visto, estará disponible para ver online hasta el 13 de marzo por 10€. Aquí el link: https://operaballet.be/nl/programma/2020-2021/usher
Comments